9 de noviembre de 2009

EL INVIERNO DE GUNTER: un juego de polifonías


Varias son las capas de lectura que se le pueda aplicar a esta novela experimental, moderna, realista y sicológica, con subsuelo guaraní y terraza cosmopolita. El invierno de Gunter además de ser una novela de personajes -ya que las interrelaciones entre estos marcan la trama de la historia-, es un juego de polifonías. Es así como diferentes voces se alternan en un juego literario desde una voz narrativa omnisciente combinada con la voz o la conciencia de los personajes. En la simultaneidad de tres mundos enlazados: Asunción, Corrientes Washington, aparece un personaje vértice. Es el paraguayo Pancho Gunter.

Al comenzar la novela nos encontramos con Toto Azuaga, un profesor que viene de dar un seminario en Oklahoma. Hecha un vistazo a la nieve y de pronto nos introduce en la vida religiosa guaraní, los caraí, la búsqueda de la tierra sin mal, y en medio de estas visiones un flash back nos hace llegar la voz ausente de Eliza, profesora de angloamericana y esposa de Gunter, y amante del profesor Toto Azuaya, que nos estará remitiendo a la otra Elisa, la polémica Lynch, mujer de Solano López. En determinados momentos de esta disertación, Azuaga se deja invadir por la voz de Eliza en ingles: Darling, I don’t know what got into me if somebody had told me this morning that I was going to do somethings like this, I’d have told them they were crazy… Es graciosa la intromisión del recuerdo de las palabras de esta mujer que se va acoplando con la lección de la vida religiosa guaraní. Las palabras rescatan vivencias íntimas y excitantes, muy diferentes al tema que en realidad se encuentra desarrollando el profesor.

De la misma manera ocurre en el momento en que Verónica, está seduciendo a Soledad, sobrina de Gunter, mientras leen un libro, y la doctrina hegeliana de la dialéctica del pensamiento interfiere con imágenes eróticas lésbicas. Las mujeres de la novela son personajes complejos que escapan a lo tradicional, definidos y capaces de jugarse por sí mismos. Entre todos el más rico es sin duda, Eliza, la esposa de Gunter, que actúa como enlace de los hechos en toda la novela. Verónica es la rebelde hija de Evaristo Sarriá-Quiroga, un abogado que prosperó durante el Proceso de la guerra de las Malvinas.

Una escena riquísima que nos muestra la riqueza de los personajes se da un poco mas adelante con el encuentro entre Eliza y el arzobispo de Corrientes Monseñor Cáceres, un jesuita paraguayo intrigante y poco común. La conversación es atrayente, el arzobispo pasa los parámetros de una conversación normal y se siente muy libre para hacerle preguntas tales como si tuvo muchas aventuras, o confesarle que él también le tiene miedo a la muerte. En todo momento la personalidad de Eliza se define por un carácter directo, sensual, y enérgico.



Por otra parte la trama tiene un entretejido cortaciano. En varios momentos se cruzan los cambios de voces de los personajes entre sí, sin ser anunciados, manteniendo un discurso directo libre o un cruce de la voz omnisciente a un personaje, sin el previo aviso de cambio. Esto produce que el lector este atento para darse cuenta por sí mismo quién es el personaje que está hablando. Se reproduce de manera natural y acertada el habla coloquial y vulgar de los personajes, restituyendo el lenguaje culto, poético e inspirador a la voz omnisciente -la voz que todo ve y todo lo sabe, coartada enmascarada del autor-.

Hacia el final de la segunda parte, la novela adquiere un tono policial, cuando en medio de una pieza teatral dos hombres son asesinados, uno de los asesinos; una mujer, está disfrazada de tigre. Casi todas las cortadas eran imperfectas, nos dice la voz narrativa.

Pero, ¿quién es Gunter? No solamente es un economista rubio y pedante, que tiene un buen pasar económico y se pega sus viajecitos, como lo describió su esposa la primera vez que lo vio. Aparentemente se mueve como una pieza indescifrable, como un hombre escéptico, pero al final, es visto por Eliza como un hombre lleno de coraje, desprendido y con un inesperado compromiso por su país. Esto surge a raíz de que su sobrina Soledad es arrestada y torturada brutalmente en la cárcel, acusada de comunista, entre otras cosas.


Esta es una novela de diálogos seductores, poéticos, y profundos donde es notoria la gran lectura que hay detrás de esta escritura, que aparece interrumpiendo el pensamiento ordenado como muestra de un fluir de conciencia. Así irrumpe Lorca, Brecht, Guillén, Cernuda, Flaubert, Dostoievski y muchos otros, que aportan carácter al entorno. No hay que olvidar que los personajes son amantes de la lectura y Toto y Eliza son profesores de literatura.

No podía faltar el humor en una obra que intenta ser espejo de la vida. Un humor que lo podrá captar un lector avezado en literatura universal. Por ejemplo, en un pasaje dice... ha estirado desde un rincón y bailan un disco gastado de Palito Ortega y Gasset como si estuvieran desesperadamente solos... Nada más cómico que encontrar de la mano de esa conjunción al cantante argentino Palito Ortega y al ensayista español José Ortega y Gasset.

Finalizando, nos queda la siguiente impresión; que el mundo expuesto en El invierno de Gunter se lee fácilmente, es atrapante y está escrito sin que le sobre o le falte nada. La realidad está configurada con la fidelidad de un espejo. Los personajes son ricos por sus defectos y por sus complejidades, y porque llegado el momento acusan la necesidad de algo más en sus propias vidas. El autor nos aproxima al sistema dictatorial, pero no nos encierra en ese mundo cruel y mediocre, nos deja una salida, una puerta que la abre para nosotros un personaje que nos dejará el asombro de la esperanza: Gunter.










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